» Real Consejo de las Ordenes Militares » Antecedentes históricos
Los Caballeros de las cuatro Ordenes Militares españolas, no solo fueron monjes, sino también soldados, por tanto será necesario estudiar la composición de los ejércitos de la edad media, donde los Estados Feudales se caracterizan por disponer de unas fuerzas armadas, articuladas de forma un tanto anárquica.
Los feudos estaban obligados a acudir con su gente de armas y prestar servicio a la Corona, cuando el peligro de la amenaza así lo requería. Así se formaban las huestes o ejércitos cuyo mando lo ostentaba el Rey, que era asesorado por un consejo de guerra que se formaba.
Estaba penado la no asistencia al toque de asamblea, pero la realidad demostraba que las ausencias eran cosa frecuente.
De otra parte con la falta de cohesión que disponían las tropas, la eficacia resultaba mermada para una acción de conjunto.
El General de caballería Don Joaquín de Sotto, en su libro «Síntesis de la Caballería Española», sostiene, que las ausencias al combate, desaparecen cuando el sistema feudal pudo mejorar su inicial estructura militar, pero sobre todo cuando el Orden de Caballería adquirió una especie de alma colectiva forjada en la virtud, el valor, y en la lealtad a la causa común.
La Caballería era el arma por excelencia, y la forma de medir el poderío militar de un Estado, era simplemente contando el número de lanzas.
Existían dos clases de lanza:
- – La lanza castellana, que normalmente era un guerrero a caballo con su lanza embrazada.
- – La lanza fornida o completa, mucho más potente ya que contaba con un núcleo de combatientes de estructura variable, siendo la más frecuente la de un caballero, un escudero, dos arqueros o ballesteros, y un paje. Todos ellos disponían de caballos, si bien solo combatían montados el caballero y el escudero.